La defensa de la vida no es patrimonio de nadie. Todos tenemos una gran responsabilidad en la lucha por una nueva cultura de la vida que venza a la cada vez más imponente cultura de la muerte.
Vamos por tanto dirigimos a todas las personas, absolutamente a todas. Mujeres, hombres, niños, ancianos, jóvenes, con independencia de sus creencias y condiciones. Todas las personas pueden colaborar con su tiempo, su cuota, sus cualidades aportadas para el beneficio de otras personas que lo necesitan, etc. La diversidad de actividades y el abanico de posibilidades existentes para trabajar en pro de la vida es tan enorme que a cualquier persona le puede encajar alguna o algunas de ellas.